lunes, 7 de mayo de 2012

207º ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO DE HANS CHRISTIAN ANDERSEN


Se cumplieron 207 años del nacimiento en Odense, Dinamarca, el 2 de abril de 1805 del escritor danés Hans Christian Andersen, autor de célebres cuentos infantiles. Hijo de una familia pobre que tuvo en ocasiones que mendigar, Andersen llegó a convertirse en uno de los mayores representantes de la literatura de Dinamarca, amparado por los reyes, casi como la historia de su célebre cuento “El patito feo”.

Sus padres eran tan pobres que en ocasiones hasta tuvo que dormir bajo un puente. Era hijo de un zapatero instruido, pero enfermizo, que se casó a los veintidós años y de una lavandera varios años mayor que él, de confesión protestante. Andersen dedicó a su madre debido a su pobreza “La pequeña vendedora de fósforos”, uno de sus cuentos más conmovedores, así como “No sirve para nada”, en razón de su alcoholismo.
Pese a todo fue un niño muy querido, el padre adoraba a su hijo y a él se debió seguramente la pasión del pequeño Hans por el teatro; pues le fabricó un teatrillo y unas marionetas para las que el niño cosía la ropa. Toda la familia vivía y dormía en una pequeña habitación.
En 1816 murió su padre y Andersen dejó de asistir a la escuela; se dedicó a leer todas las obras que pudiera conseguir, entre ellas las de Ludvig Holberg y William Shakespeare.
Se trasladó a Copenhague en septiembre de 1819. Allí fue tomado por lunático, rechazado y prácticamente se quedó sin nada.
El rey Federico VI se interesó en el extraño muchacho y lo envió durante algunos años a la escuela de Slagelse. A pesar de su aversión por los estudios, Andersen permaneció en Slagelse y en la escuela de Elsinor (en danés Helsingør) hasta 1827, aunque más tarde admitió que estos años fueron los más oscuros y amargos de su vida.
El mismo año de 1827 Hans Christian logró la publicación de su poema El niño moribundo. Al año siguiente Andersen ingresó a la Universidad de Copenhague. En 1829, cuando sus amigos ya consideraban que nada bueno saldría de su excentricidad y vivacidad, tuvo considerable éxito con un volumen llamado Un paseo desde el canal de Holmen a la punta Este de la isla de Amager.
Exitosa fue también su primera obra de teatro, El amor en la torre de San Nicolás, publicada el año de 1839.
En 1833, recibió del rey una pequeña beca de viaje e hizo el primero de sus largos viajes por Europa. En 1834 llegó a Roma. Fue Italia la que inspiró su primera novela, El Improvisador publicada en 1835, con bastante éxito. En este mismo año aparecieron también las dos primeras ediciones de Historias de aventuras para niños, seguidas de varias series de historias cortas.
En 1838 Hans Christian Andersen ya era un escritor establecido. Fue un gran viajero; el más largo de sus viajes, entre 1840 y 1841, lo llevó a través de Alemania (donde hizo su primer viaje en tren), Italia, Malta y Grecia a Constantinopla. El viaje de vuelta lo llevó hasta el Mar Negro y el Danubio. El libro El bazar de un poeta (1842) donde narra su experiencia es considerado por muchos su mejor libro de viaje.
En junio de 1847 visitó Inglaterra por primera vez, resultando dicho viaje ser todo un éxito. Charles Dickens lo acompañó en su partida.
Después de esto Andersen continuó con sus publicaciones, aspirando convertirse en novelista y dramaturgo, lo que no consiguió.
Tras un largo silencio, Andersen publicó en 1857 otra novela Ser o no ser. En 1863, después de otro viaje, publicó un nuevo libro de viaje, En España; país donde le impresionaron especialmente las ciudades de Málaga (donde tiene erigida una estatua en su honor), Granada y Toledo.
Cualquier tema le bastaba para levantar un cuento, un poema o una pieza teatral. “El soldado” se lo inspiró un soldado español de los que Napoleón envió a Dinamarca. Aquel muchacho le sonrió al niño que era Hans, lo cogió en brazos y le dio a besar una medalla de la Virgen que llevaba al cuello, hecho que no hizo mucha gracia a su madre, ya que la familia era cristiana protestante; sin embargo, Andersen nunca olvidó la atención y la simpatía de aquel hombre, salvándolo del olvido con la composición citada que fue musicalizada por Robert Schumann y Edvard Grieg.
Una costumbre que Andersen mantuvo por muchos años, a partir de 1858, era narrar de su propia voz los cuentos que le volvieron famoso.
Hans Christian Andersen recibió en vida muchos honores. En 1866 el rey de Dinamarca le concedió el título honorífico de Consejero de Estado y en 1867 fue declarado ciudadano ilustre de su ciudad natal.
Durante la primavera de 1872 Andersen sufrió una caída que le produjo heridas graves. Nunca volvió a recuperarse del todo, y el 4 de agosto de 1875 murió en la casa llamada Rolighed, cerca de Copenhague donde está enterrado.
En su honor, desde 1956 se concede, cada dos años, el premio Hans Christian Andersen de literatura infantil y, desde 1966, también de ilustración.
En 1976, el Astrónomo Nicolai Chernykh bautiza en honor a este escritor al asteroide 2476.
Entre sus más famosos cuentos se encuentran «El patito feo», «El traje nuevo del emperador», «La reina de las nieves», «Las zapatillas rojas», «El soldadito de plomo», «El ruiseñor», «El sastrecillo valiente» y «La sirenita», que tiene un monumento a la entrada del puerto de Copenhagen.
Andersen dio forma literaria acabada y hermosa a doctrinas ocultas, de las que era perfecto conocedor. Sus cuentos son ilustraciones del principio de “muchos son los caminos, una es la meta”, que tiene formulación cristiana en “nadie viene al Padre sino por mí”.
En “El patito feo” la transfiguración que acontece al final del camino es clara; en la “vendedora de fósforos” es deslumbrante; en todos los casos está presente y se trata de un aspecto fundamental de su obra que no ha sido puesto en primer plano.