domingo, 11 de enero de 2015

5 preguntas que deberían hacerse los profesores antes de mandar deberes.


Es una de las grandes preguntas en lo referente a la educación, y seguro que padres, alumnos y profesores tienen respuestas diferentes. Los primeros, probablemente desearán que sus hijos hagan cuantos más deberes, mejor (siempre y cuando no interfieran en sus horarios) o desearán ver a sus retoños más relajados; los estudiantes seguramente serían felices si no tuviesen que hacer nada en sus casas; pero más difícil aún lo tienen los profesores, que deben encontrar un complicado equilibrio entre lo útil y lo desmesurado, entre las necesidades de los niños y de sus padres, entre las necesidades de cada alumno y, en general, en pedir tareas que realmente necesiten hacer los pequeños.

Por si ello no fuera suficiente, la evaluación continua ha hecho aumentar exponencialmente el número de actividades evaluables, por lo que es probable que un profesor deba compaginarse con sus compañeros para no sobrecargar al niño. Además, este tiene otras actividades extraescolares, ya sean deportivas, artísticas o de idiomas, con su propia carga de deberes. En definitiva: ¿cómo saber dónde se encuentra el límite en el que el trabajo de casa deja de ser eficiente y pasa a ser una carga más?
Más no siempre es mejor a la hora de hacer deberes en casa
Ni siquiera los profesores más estrictos defienden que un niño deba emplear tres horas al día en estudiar su materia, pero todo el mundo es consciente de que se debe trabajar en casa día tras día. No siempre más es mejor, y se suele citar el caso de Suecia para recordar que se pueden obtener buenos resultados con tan sólo media hora de actividades en el hogar cada día.
Por si ello no fuera suficiente, la evaluación continua ha hecho aumentar exponencialmente el número de actividades evaluables, por lo que es probable que un profesor deba compaginarse con sus compañeros para no sobrecargar al niño. Además, este tiene otras actividades extraescolares, ya sean deportivas, artísticas o de idiomas, con su propia carga de deberes. En definitiva: ¿cómo saber dónde se encuentra el límite en el que el trabajo de casa deja de ser eficiente y pasa a ser una carga más?
Más no siempre es mejor a la hora de hacer deberes en casa
Ni siquiera los profesores más estrictos defienden que un niño deba emplear tres horas al día en estudiar su materia, pero todo el mundo es consciente de que se debe trabajar en casa día tras día. No siempre más es mejor, y se suele citar el caso de Suecia para recordar que se pueden obtener buenos resultados con tan sólo media hora de actividades en el hogar cada día.Hay quien ha intentado establecer una metodología más o menos rigurosa para que los docentes entiendan cuánta carga de trabajo pueden pedir a sus alumnos. Es el caso de un interesante post publicado por un profesor neoyorquino llamado Brian Sztabink, que reconoce que su propio sobrino puede pasar dos horas haciendo deberes, aunque de todo ese tiempo tan sólo se aproveche la mitad.
El profesor propone cinco preguntas que a él le han ayudado a la hora de proponer deberes para que sean lo suficientemente equilibrados como para que sirvan de algo a los alumnos, que no se rellenen a toda prisa porque hay mucho más que hacer, que consoliden el conocimiento y, además, ayuden a que los pequeños empiecen a gestionar su propio tiempo. Como recuerda Sztabink, una carga de trabajo razonable y bien medida es la mejor manera de que los pequeños puedan empezar a establecer sus propios horarios.

  • ¿Has tenido en cuenta a todos los alumnos?
Debemos pensar en aquellos estudiantes que pueden haber tenido dificultades para entender contenidos previos, y que quizá les lleve más tiempo que a ningún otro resolver las preguntas que hemos planteado. Es probable que también haya otros alumnos que tarden menos que la media en hacer los deberes, ¡suerte para ellos!
  • ¿Los deberes ayudarán a que lo hagan mejor en el futuro?
La función del trabajo en casa no es, desde luego, tener entretenidos a los pequeños para que no den mucho la lata. Aun así, no todos los deberes tienen como objetivo aprender un contenido: también pueden servir para que aprendan a trabajar en grupo, para potenciar otras habilidades transversales (lectura, idiomas) o, simplemente, para que ganen confianza en sí mismos. No hay nada más dañino que unos deberes que haga que los alumnos se sientan inseguros, inútiles, o que, simplemente parezcan encargados para pasar el rato.
  • ¿Los deberes ponen lo aprendido en un contexto distinto al de la clase?
Uno de los rasgos definitorios del trabajo en casa es que este debe favorecer ciertas cualidades que no se pueden explotar en clase, como el trabajo en solitario, la reflexión o la búsqueda de información. Además, es el momento idóneo para trasladar los conocimientos abstractos a la realidad cotidiana del niño: ¿cuánto mide tu habitación? ¿Cuál es el libro preferido de tus padres? ¿Qué árboles puedes encontrar en tu camino a casa? ¿Puedes realizar un mapa de tu barrio?
  • ¿Los estudiantes son capaces de salir de un atasco?
Una de las situaciones más frustrantes para un alumno es darse cuenta de que carece de las herramientas necesarias para solucionar los ejercicios, puesto que así sólo conseguiremos que se sienta inútil (aunque la falta de información haya sido culpa del profesor). El docente debe garantizar que todos sus estudiantes pueden alcanzar la respuesta por ellos mismos, ya que él no estará presente, y proporcionar los recursos suficientes para conducirlos por el camino indicado hacia la solución. 

domingo, 19 de octubre de 2014

Obesidad Infantil. Nuestro problema

Aumento del sobrepeso y la obesidad infantiles

La obesidad infantil es uno de los problemas de salud pública más graves del siglo XXI. El problema es mundial y está afectando progresivamente a muchos países de bajos y medianos ingresos, sobre todo en el medio urbano. La prevalencia ha aumentado a un ritmo alarmante. Se calcula que en 2010 hay 42 millones de niños con sobrepeso en todo el mundo, de los que cerca de 35 millones viven en países en desarrollo.
Los niños obesos y con sobrepeso tienden a seguir siendo obesos en la edad adulta y tienen más probabilidades de padecer a edades más tempranas enfermedades no transmisibles como la diabetes y las enfermedades cardiovasculares. El sobrepeso, la obesidad y las enfermedades conexas son en gran medida prevenibles. Por consiguiente hay que dar una gran prioridad a la prevención de la obesidad infantil.

lunes, 7 de mayo de 2012

207º ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO DE HANS CHRISTIAN ANDERSEN


Se cumplieron 207 años del nacimiento en Odense, Dinamarca, el 2 de abril de 1805 del escritor danés Hans Christian Andersen, autor de célebres cuentos infantiles. Hijo de una familia pobre que tuvo en ocasiones que mendigar, Andersen llegó a convertirse en uno de los mayores representantes de la literatura de Dinamarca, amparado por los reyes, casi como la historia de su célebre cuento “El patito feo”.

Sus padres eran tan pobres que en ocasiones hasta tuvo que dormir bajo un puente. Era hijo de un zapatero instruido, pero enfermizo, que se casó a los veintidós años y de una lavandera varios años mayor que él, de confesión protestante. Andersen dedicó a su madre debido a su pobreza “La pequeña vendedora de fósforos”, uno de sus cuentos más conmovedores, así como “No sirve para nada”, en razón de su alcoholismo.
Pese a todo fue un niño muy querido, el padre adoraba a su hijo y a él se debió seguramente la pasión del pequeño Hans por el teatro; pues le fabricó un teatrillo y unas marionetas para las que el niño cosía la ropa. Toda la familia vivía y dormía en una pequeña habitación.
En 1816 murió su padre y Andersen dejó de asistir a la escuela; se dedicó a leer todas las obras que pudiera conseguir, entre ellas las de Ludvig Holberg y William Shakespeare.
Se trasladó a Copenhague en septiembre de 1819. Allí fue tomado por lunático, rechazado y prácticamente se quedó sin nada.
El rey Federico VI se interesó en el extraño muchacho y lo envió durante algunos años a la escuela de Slagelse. A pesar de su aversión por los estudios, Andersen permaneció en Slagelse y en la escuela de Elsinor (en danés Helsingør) hasta 1827, aunque más tarde admitió que estos años fueron los más oscuros y amargos de su vida.
El mismo año de 1827 Hans Christian logró la publicación de su poema El niño moribundo. Al año siguiente Andersen ingresó a la Universidad de Copenhague. En 1829, cuando sus amigos ya consideraban que nada bueno saldría de su excentricidad y vivacidad, tuvo considerable éxito con un volumen llamado Un paseo desde el canal de Holmen a la punta Este de la isla de Amager.
Exitosa fue también su primera obra de teatro, El amor en la torre de San Nicolás, publicada el año de 1839.
En 1833, recibió del rey una pequeña beca de viaje e hizo el primero de sus largos viajes por Europa. En 1834 llegó a Roma. Fue Italia la que inspiró su primera novela, El Improvisador publicada en 1835, con bastante éxito. En este mismo año aparecieron también las dos primeras ediciones de Historias de aventuras para niños, seguidas de varias series de historias cortas.
En 1838 Hans Christian Andersen ya era un escritor establecido. Fue un gran viajero; el más largo de sus viajes, entre 1840 y 1841, lo llevó a través de Alemania (donde hizo su primer viaje en tren), Italia, Malta y Grecia a Constantinopla. El viaje de vuelta lo llevó hasta el Mar Negro y el Danubio. El libro El bazar de un poeta (1842) donde narra su experiencia es considerado por muchos su mejor libro de viaje.
En junio de 1847 visitó Inglaterra por primera vez, resultando dicho viaje ser todo un éxito. Charles Dickens lo acompañó en su partida.
Después de esto Andersen continuó con sus publicaciones, aspirando convertirse en novelista y dramaturgo, lo que no consiguió.
Tras un largo silencio, Andersen publicó en 1857 otra novela Ser o no ser. En 1863, después de otro viaje, publicó un nuevo libro de viaje, En España; país donde le impresionaron especialmente las ciudades de Málaga (donde tiene erigida una estatua en su honor), Granada y Toledo.
Cualquier tema le bastaba para levantar un cuento, un poema o una pieza teatral. “El soldado” se lo inspiró un soldado español de los que Napoleón envió a Dinamarca. Aquel muchacho le sonrió al niño que era Hans, lo cogió en brazos y le dio a besar una medalla de la Virgen que llevaba al cuello, hecho que no hizo mucha gracia a su madre, ya que la familia era cristiana protestante; sin embargo, Andersen nunca olvidó la atención y la simpatía de aquel hombre, salvándolo del olvido con la composición citada que fue musicalizada por Robert Schumann y Edvard Grieg.
Una costumbre que Andersen mantuvo por muchos años, a partir de 1858, era narrar de su propia voz los cuentos que le volvieron famoso.
Hans Christian Andersen recibió en vida muchos honores. En 1866 el rey de Dinamarca le concedió el título honorífico de Consejero de Estado y en 1867 fue declarado ciudadano ilustre de su ciudad natal.
Durante la primavera de 1872 Andersen sufrió una caída que le produjo heridas graves. Nunca volvió a recuperarse del todo, y el 4 de agosto de 1875 murió en la casa llamada Rolighed, cerca de Copenhague donde está enterrado.
En su honor, desde 1956 se concede, cada dos años, el premio Hans Christian Andersen de literatura infantil y, desde 1966, también de ilustración.
En 1976, el Astrónomo Nicolai Chernykh bautiza en honor a este escritor al asteroide 2476.
Entre sus más famosos cuentos se encuentran «El patito feo», «El traje nuevo del emperador», «La reina de las nieves», «Las zapatillas rojas», «El soldadito de plomo», «El ruiseñor», «El sastrecillo valiente» y «La sirenita», que tiene un monumento a la entrada del puerto de Copenhagen.
Andersen dio forma literaria acabada y hermosa a doctrinas ocultas, de las que era perfecto conocedor. Sus cuentos son ilustraciones del principio de “muchos son los caminos, una es la meta”, que tiene formulación cristiana en “nadie viene al Padre sino por mí”.
En “El patito feo” la transfiguración que acontece al final del camino es clara; en la “vendedora de fósforos” es deslumbrante; en todos los casos está presente y se trata de un aspecto fundamental de su obra que no ha sido puesto en primer plano.

viernes, 3 de febrero de 2012

Leer 60 palabras por minuto.

Fluidez en la lectura y comprender lo que se lee.



domingo, 21 de agosto de 2011

Efecto Rosenthal.

En 1964, inspirado en el efecto Clever Hans y en el mito de Pigmalión, Robert Rosenthal (un profesor de psicología social de la Universidad de Harvard) inició un famoso experimento educativo.

Primero, aplicó una prueba de inteligencia a un grupo de escolares. Acto seguido, dividió al grupo en dos clases, al azar. A la profesora del primer grupo le dijo que tenía a cargo a estudiantes normales; a la del segundo grupo le señaló que sus estudiantes eran chicos “situados por encima del promedio, de los que se podía esperar progresos notables”. Claro está, la diferencia entre los dos grupos era pura ficción.Al final del año, Rosenthal volvió a aplicar la prueba a todos los estudiantes.

El resultado fue que los chicos del grupo experimental (los falsamente descritos como superdotados ante sus profesores) habían mejorado mucho más que el grupo de comparación.Así las cosas, aunque los dos grupos eran igualmente competentes, las expectativas de sus profesores eran muy distintas. En colaboración con Lenore Jacobson, directora de la escuela, Rosenthal descubrió lo siguiente: los profesores que creían que un alumno era bueno, le sonreían con más frecuencia, lo miraban más tiempo a los ojos, le daban más retroalimentación (sin importar si sus respuestas eran correctas o incorrectas) y sus reacciones de elogio eran más claras.

La predicción de Rosenthal probó ser correcta: al darles información de que ciertos estudiantes eran más inteligentes que otros, sus profesores se comportaban inconscientemente de manera que el éxito de estos estudiantes se viera facilitado.El estudio se titula “Pigmalión en el aula”; fue publicado en 1968 y dio lugar al efecto Rosenthal. Según éste, las personas que tienen expectativas positivas de sus hijos, alumnos o colaboradores (otras personas, en general), generan un clima socioemocional más cálido en ese grupo. Además, entregan más información, dan mejor retroalimentación sobre los resultados alcanzados y ofrecen las mejores oportunidades a este grupo.De tal modo, los profesores dan más enseñanza a los alumnos de los que esperan más (los incitan a responder frecuentemente, les presentan problemas retadores y los ayudan a encontrar la respuesta correcta).Empero, el fenómeno funciona en las dos direcciones pues, en posteriores experimentos, Rosenthal encontró que los profesores no respondían bien a los buenos resultados de los estudiantes que consideraban menos inteligentes.

En sus propias palabras: “Un buen resultado inesperado tiene riesgos para el que lo alcanza”.Creer para ver. Igual que Pigmalión esculpió pacientemente en la piedra su imagen de la “mujer ideal”, a través de las expectativas (positivas o negativas) que tenemos de otros estamos ayudando a que esta imagen cobre vida y se vuelva realidad.Dado que los seguidores internalizan las expectativas de sus líderes y tienden a cumplirlas, la confianza que un líder tenga en sus seguidores es determinante: si los cree diamantes en bruto, alimentará en ellos fuertes creencias de autoeficiencia; pero la mediocridad se verá fortalecida, si los cree unos inútiles.De ahí proviene la gran responsabilidad que implica el liderazgo. Charles de Talleyrand (un político francés del siglo XIX) lo expresó con contundencia: “Siento más temor de un ejército de cien ovejas dirigido por una leona, que de un ejército de cien leonas dirigido por una oveja”.

El efecto Clever Hans nos recuerda que comunicamos mucho más de lo que suponemos. Así las cosas, no debería sorprendernos la supuesta capacidad de los adivinadores para leer nuestro futuro en las cartas o en el fondo de tazas de té: lo que debería maravillarnos es su habilidad para descifrar las respuestas que nosotros mismos les damos.Por otra parte, el efecto Rosenthal subraya la importancia de manejar expectativas positivas hacia aquellos a quienes dirigimos, orientamos o enseñamos. Johann Wolfgang Goethe, poeta y dramaturgo alemán, decía que, si tratamos a una persona como lo que es, seguirá siendo lo que es; pero, si la tratamos como lo que podría ser, entonces se convertirá en todo lo que puede llegar a ser.

lunes, 4 de abril de 2011

LA ASOMBROSA HISTORIA DE RYAN HRELJAC




Ryan Hreljac, Canadá (3/5/1991) tenía sólo 6 años cuando decidió poner en orden su pequeño mundo. Si él podía disponer de agua potable abriendo un pequeño grifo ¿Por qué al otro lado del planeta no podían hacer lo mismo?. Con esta lógica aplastante, modelo y ejemplo fagocitador de otros proyectos considerados adultos, nació de sus manos “Ryan’s Well” la empresa más fascinante que un niño de su edad haya emprendido jamás. Fue tal el empeño que hoy, con tan sólo 17, preside una de las mayores ONG para la implantación de modelos de desarrollo en la crisis de agua. Desde entonces y hasta ahora ha dado servicio de agua potable a 577,640 personas.

Lo que convierte esta entrañable historia en un ejemplo para nuestro legado heroico es la precocidad, el empeño y la perseverancia de un niño de tan sólo 6 años por imponer sus ‘crudas’ convicciones. El magnetismo de sus acciones ha contagiado a miles de empresas y personas mayores que él, tal vez humilladas en la comparación objetiva. Todo ello ha permitido, a través de lo que Ryan describe como el “Ripple Effect” (efecto Onda); que el sueño de un niño por tener “Agua potable para todos” se convierta, poco a poco en realidad.

La historia.

Un día del inolvidable invierno de 1998, en Kemptville (Ontario) localidad natal de Ryan, la profesora del Colegio St. Michael, Mrs Nancy Prest estaba dando una pequeña charla a su clase de primer grado sobre las condiciones y salubridad de los estudiantes de su misma edad que vivían en África. Preguntó a sus alumnos si sabían cual era la primera causa de muerte entre sus homónimos los africanos. Todos los niños convencidos de que era la escasez de alimentos se sorprendieron al saber que es la mala calidad del agua que beben lo que diezma las aulas de sus ‘antípodos‘.

Ryan Hreljac quedó muy extrañado por la falta de ‘agua limpia’ y preguntó a Nancy cuanto costaba un grifo en África. Mrs Prest, desconcertada, anticipó a Ryan una cifra que había leído en algún documento: 70 dólares por una bomba extractora. Ese mismo día al llegar a casa, Ryan, que todavía estaba aprendiendo a conocer el valor monetario de las cosas; pidió a su madre el dinero para comprar un grifo y enviarlo por correo.

Susan, la primera persona que padeció el ‘Ripple Effect’, ignoró entre la bula y el desconcierto las inquietudes de su hijo. Pero Ryan insistió durante toda la semana sobre el dinero e incluso le propuso hacer las tareas domésticas durante todo un año para ganarse la posibilidad de decidir que hacer con un primer sueldo.

“No lo entiendes mamá”, dijo, con lágrimas llenando sus ojos. “Los niños están muriendo simplemente por no tener agua limpia!”

Su madre, aceptó el reto, a sabiendas de la escasez de constancia en un niño de su edad . Ryan aspiró, limpió las ventanas y con mucha determinación, trabajó pacientemente y ahorró cada moneda dentro de una lata vieja de galletas. Su madre, cómplice del juego que no del propósito, le anticipaba las monedas ganadas en tarea. Sus dos hermanos se implicaron del proyecto pero pronto claudicaron ante tanta bendita tozudez . Ryan hizo todas las tareas que le permitían su corta estatura desde enero de 1998 hasta finales de abril.

Susan acompañó entonces a su hijo a la oficina de la Watercan para entregar sus ahorros. La directora ejecutiva Nicole Bosley explicó al encorbatado niño que con 70 dólares solamente se puede adquirir una bomba de mano. Para perforar un pozo se necesitarían unos 2000. A lo que Ryan contestó:

¿Tendré que hacer más quehaceres entonces.?

Nicole Bosley, nuestra segunda cautiva del ‘Ripple Effect’, convenció a sus superiores y a la Agencia de Desarrollo Internacional de Canadá para pagar la factura del pozo a medias con Ryan. Lo que dejaba la cifra en 700 dólares de ‘trabajos forzados’ en el hogar de los Hreljac. Una familia de clase media-baja con recursos económicos limitados.

Inmediatamente la onda del ‘Ripple Effect’ se propagó por la comunidad y vecindad de Ryan quién no tardó en recolectar el dinero suficiente para la inversión de su primer pozo. La Watercan concedió entonces una entrevista a Ryan con Gizaw Shibru, el director para Uganda de todos sus programas de acción. Ambos eligieron la escuela de Angolo en Otwal como el destino del pozo, una localidad al norte del país azotada por el SIDA y la sequía donde 1 de cada 5 niños moría antes de cumplir la edad de Ryan.

Pero la ambición de Ryan no quedó a expensas de las voluntades adultas. Cuando se enteró que los pozos se perforaban a mano transformó su renovada obsesión en una nueva onda cautivadora en busca de los 25.000 dólares que costaba un taladro móvil. Su madre atrapada entre el orgullo y la devoción consiguió una entrevista a través de su amigo periodista Puddicombe Derek para el periódico ‘Ottawa Citizen‘ que desembocó en un documental para la TV y la llegada de cheques y donaciones desde todos los puntos del país.

Mientras, en su clase, la profesora Nancy inició un intercambio de cartas con los alumnos de la escuela de Uganda:

…Querido Ryan, me llamo Akana Jimmy. Tengo 8 años. Me gusta el fútbol. Nuestra casa está hecha de hierba. ¿Como son en los EEUU? Tu amigo, Akana Jimmy.

Ryan contestó con:

..Querido Jimmy, Debe ser fantástico tener una casa hecha de hierba. Tengo 8 años. ¿Bebes agua de mi pozo todos los días? ¿Cual es tu materia preferida en la escuela? Iré a Uganda cuando tenga 12 años. Mi casa está hecha de ladrillos[...] Escríbeme pronto. Tu amigo Ryan.

La carta adjuntaba una fotografía de Jimmy. Un estudiante con una historia también cautivadora que había logrado escapar de las garras del Ejército de Resistencia del Señor o LRA. Durante semanas Ryan adoptó como suya la imagen de su nuevo amigo. ¿Podría reunirme con él?. Se preguntaba. Susan y su marido pensaron que quizás, algún día, podría permitirse un viaje. Tal vez cuando Ryan cumpliera los 12. Pero Ryan no podría esperar tanto. Pronto, el efecto rebote de la siguiente onda atrajo a un adinerado ejecutivo del barrio que donó a los Hreljac su tarjeta de puntos aéreos, recolectados en sus infinitos viajes, lo que permitió a Ryan viajar a conocer a su nueva alma gemela.

En el mes de julio de 2000 Ryan llegó a la ciudad de Otwal acompañado de sus padres. 5000 niños le esperaban coreando su nombre.

“¡Saben mi nombre!?. Dijo asombrado. “Todos los que viven a 100 kilómetros saben tu nombre, Ryan? dijo Gizaw Shibru.

Al final del pasillo humano le esperaba su amigo Jimmy. Éste agarró de la mano a Ryan y se lo llevó a ’su’ pozo para que pudiera cortar la cinta.

Inauguraba entonces el primero de los 432 pozos que a través de 15 países (fundamentalmente en África) ha perforado con las inversiones de su Fundación.


















viernes, 11 de marzo de 2011

¿CÓMO DAR CLASE A LOS QUE NO QUIEREN?















Seminario impartido por Juan Vaello Orts:

http://video.google.com/videoplay?docid=-5147789646025019132&ei=TZ6RSdXHIaDM-gHItYWCCg&q=Vaello#

“La escuela tradicional consideraba el orden un fin en sí mismo y los problemas de conducta
como ofensas personales, desde una visión de las relaciones alumno-profesor impersonales,
de desconfianza. El enfoque humanista considera el aprendizaje desde un punto de vista
psicológico y sociológico, más que moral, haciendo hincapié en las relaciones personales, el
respeto, la democracia o el afecto. Es decir, se trata de enseñar y que aprendan, pero sin
provocar aversión hacia el aprendizaje, y de conseguir orden, pero sin provocar odio”.
(Santos Guerra, 236).

“El secreto de enseñar no es tanto transmitir conocimiento como contagiar ganas, especialmente a los que no las tienen”
Juan Vaello Orts

¿CÓMO?
TRABAJANDO LAS ACTITUDES POSITIVAS DE TODOS LOS IMPLICADOS

AUMENTANDO LA ATENCIÓN Y CONTROL DE LA CLASE

MEJORAR LA GESTIÓN DEL AULA PARA FAVORECER EL APRENDIZAJE

MEJORANDO EL CLIMA DE LA CLASE

Es necesario establecer límites en la primera semana del curso y mantenerlos a lo largo del curso. Disponer de normas efectivas de convivencia que regulen los comportamientos más frecuentes.

Mantener una relación de confianza con el alumnado. Entrenarles en relaciones de colaboración y de respeto.

Conocer los roles del alumnado y propiciar que contribuyan a la convivencia y no la perturben, reconduciendo su actitud cuando sea necesario.