miércoles, 23 de febrero de 2011

Altas Capacidades. 20 consejos de Bertie Kingore


1. Aprecia a los niños de altas capacidades como niños. Al igual que todos los niños, necesitan amor, amistad, normas de conducta razonables, técnicas para gestionar el tiempo, tiempo libre y actividades creativas. Necesitan de tu implicación en el desarrollo de su independencia. Valóralo por lo que es, en lugar de por lo que pueda llegar a ser.

2. Relaciónate con familias de niños de altas capacidades. Los niños de altas capacidades buscan compañeros de intereses y de capacidad intelectual similar. Además, tú podrás encontrar comprensión relacionándote con otros padres que viven y aman a sus hijos de altas capacidades.

3. Reconoce cómo difieren las necesidades educativas y personales de los niños de altas capacidades, de los demás niños. Los niños de altas capacidades necesitan compañeros de capacidad intelectual similar que entiendan ideas más abstractas y que comprendan sus chistes. Estos niños aprenden mejor cuando la formación se realiza a un ritmo y nivel que responda a su preparación para aprender.

4. Aprecia la diferencia entre el estudiante de alto rendimiento, el de altas capacidades y el estudiante de pensamiento creativo. En la tabla de diferencias entre estos tres tipos de estudiantes (la expuse en una entrada de blog anterior), evalúa las diferencias e intenta ver en que columna o combinación de columnas se encontraría tu hijo. Considera el hablar con tu hijo sobre la tabla, y conocer cual es su percepción.

5. Entiende las crisis del desarrollo de los niños de altas capacidades. Linda Silverman advierte que los niños de altas capacidades experimentan un desarrollo irregular, bajo rendimiento relacionado con un desafío curricular mediocre, conflicto entre éxito y popularidad y dificultad para seleccionar una carrera debido a multipotencialidad.

6. Convence a tu hijo de que está bien ser diferente. Los niños de altas capacidades pueden sentirse desconectados de los niños de su edad que actúan de forma diferente. Ayúdale a apreciar las diferencias individuales en ellos y en los demás. Ofrécele un lugar dónde sentirse seguros siendo ellos mismos.

7. Sé un animador. Un padre es el único capaz de entender al niño como un todo, es el que lo ve en múltiples escenarios y durante largos periodos de tiempo. Como animador, confirma su valía y sus metas mientras alientas la pasión por el aprendizaje.

8. Enfatiza que lo que se aprende es más importante que cualquier nota. Interacciona con entusiasmo cuando tu hijo comparte contigo el trabajo del colegio. En vez de centrar la atención en las notas, apresurate a decirle: ¿Que aprendiste haciendo esto?, o Dibuja una estrella al lado de algo que hiciste bien o que te gustó hacer.

9. Escucha de forma activa y promueve que el niño exprese su percepción. esfuérzate por entender sus sentimientos y mensajes, en vez de responder de forma rápida a sus palabras. Asegúrate de que el niño sabe que le respetas y que estás realmente interesado en sus opiniones. No se darán luchas de poder si en lugar de un aluvión de respuestas, solicitamos su opinión. ¿Qué piensas que podemos hacer al respecto?, ¿Cómo te sientes...?, ¿Por qué crees que ha ocurrido?.

10. Sigue sus iniciativas e intereses en las situaciones de aprendizaje educativo, en vez de presionarle con tu agenda. Nuestras metas, no tienen que ser sus metas. Consúltale los temas que le afecten, siempre que creas que entienden las consecuencias.

11. Habla con ellos de forma clara. El vocabulario avanzado lleva a una mejor comprensión y mejores logros.

12. Disfrutad juntos de la música, el juego, los museos, el arte, los deportes, los sitios históricos... y hablar sobre la experiencia. El compartir experiencias culturales en familia, da mucho que hablar a lo largo de los años.

13. Sirve de ejemplo en los hábitos de aprendizaje a lo largo de su vida. Conversa sobre acontecimientos actuales, voluntaria con ellos para ayudar a otras personas. Nuestras acciones sirven de mucho más ejemplo que nuestras palabras.

14. Facilita experiencias de la vida real en lecturas, escritura, matemáticas y ciencias. Ir a la Biblioteca juntos, disfruta sacando libros. Ayúdale a elegir materiales y libros buenos para las áreas en las que expresan interés. Empieza desde temprano a hacer comprar juntos llevando una lista y un presupuesto, mandar invitaciones y tarjetas de agradecimiento, planear el área y las plantas que poner en el jardín. Un estudiante de sexto grado empezó a desarrollar gran interés por las habilidades de geometría, tras haber ayudado a su padre a planificar los espacios del patio y de la terraza.

15. Regala libros y juegos educativos, y luego dedica tiempo a jugar y a leer con ellos. Las investigaciones constatan que leer y jugar a juegos de cartas y de mesa, aumenta el vocabulario, las habilidades matemáticas, la comprensión y las habilidades de pensamiento crítico.

16. Reconoce que los niños de altas capacidades necesitan preguntar y responder críticamente. Muchas veces son impacientes con los convencionalismos. Necesitamos hablar con ellos, sobre la importancia de los mismos sin arruinar su espíritu y creatividad.

17. ¡Mantén el sentido del humor!. Como padres, podemos elegir cada día entre reir o llorar.

En el colegio...

18. Apoya los esfuerzos del colegio en la diferenciación y los servicios que se aporten para los niños de altas capacidades. Considera el asistir al colegio en dichos programas.

19. Aporta, de la forma más apropiada, información y feedback sobre nuestra perspectiva del comportamiento de tu hijo, su proceso de aprendizaje y sus intereses. No importa cual sea nuestra profesión, siempre he creído que nuestros hijos son nuestro mejor trabajo.

20. Sé un defensor más que un asesor.

lunes, 7 de febrero de 2011

«La eficacia del castigo está sobrevalorada»


El psicólogo Ignacio García-Valiño, cree que educar en el control de las emociones frenaría el aumento de la conflictividad en las aulas.



Agresiones a profesores, guardas de seguridad en los patios, cámaras de vigilancia en los pasillos... La escalada de tensión en las aulas amenaza con colapsar el sistema educativo español. Ignacio García-Valiño (Zaragoza, 1968) ha plasmado en su libro 'Educar a la pantera' su experiencia como psicólogo y mediador en centros escolares. El autor, que compagina su labor pedagógica con una carrera literaria más que notable, cree que profundizar en la enseñanza de habilidades sociales reduciría de forma drástica la conflictividad en las aulas.
-Parece que en cuanto surge un incidente en un colegio todo el mundo tiene formada una opinión de lo que se debería hacer.
-Circulan muchos mitos que sería conveniente desmontar. La mayor parte de los incidentes violentos están protagonizados por chicos que sufren un trastorno mental y que necesitan ayuda y tratamiento médico. Sin embargo, en vez de reconocer ese problema se les condena desde un punto de vista moral y se pide que sean apartados de la comunidad educativa como si fuesen unos cafres y unos desalmados.
-Es más sencillo lanzar un discurso moral que bucear en las causas de esa violencia.
-Hay un gran desconocimiento de lo que son los trastornos mentales; la gente ignora hasta qué punto pueden condicionar y alterar la conducta. En realidad, esos chicos son unos inadaptados que están totalmente fuera de lugar en los centros escolares; no saben relacionarse y ellos mismos son los que crean el problema y los que también lo sufren.
-¿Por qué se muestra partidario de actuar con más premura?
-Porque cuanto más pronto se detecta el problema mayores son las posibilidades de resolverlo con éxito. Desde el punto de vista neurológico el cerebro se configura a una edad muy temprana y por eso los mecanismos que regulan la actividad emocional están ya casi cerrados al llegar a la adolescencia. La personalidad, la forma de expresarse, el modo de interpretar las cosas o la forma de relacionarse con los demás se configuran en la etapa que va de los 0 a los 6 años. Si en la infancia no se trabaja el control de los impulsos, la frustración y los temas emocionales, luego es muy difícil corregir cualquier disfunción. La plasticidad neuronal es un factor clave para abordar con garantías de éxito estos problemas.
-Sorprenden las cifras que aporta sobre el incremento de las dolencias mentales en la población infantil.
-Los estudios dicen que los trastornos de comportamiento son las enfermedades mentales que más han crecido en España y afectan al 9% de los niños y al 4% de las niñas. Lo sorprendente es que a pesar de lo que está pasando ningún político se ocupe de este tema.
-'¿Más disciplina? No, gracias', titula uno de los capítulos de su libro.
-Es que la mayoría de los padres y de los educadores sobrevaloran la eficacia del castigo. Para los chicos con trastornos el castigo es un desafío porque se sienten cómodos en ese terreno, entienden perfectamente el lenguaje planteado en términos de lucha. Hay que comprender que ese trastorno requiere una pedagogía diferente que pasa por la negociación, por la tolerancia, por buscar compromisos, premiar conductas alternativas y, sobre todo, por crear vínculo. El palo no funciona, lo que funciona es hacer las cosas porque merecen la pena, porque el que me lo dice es un enrollado y me cae bien y porque me interesan. A partir de ahí se puede empezar a construir.
-Para educar hay que dar ejemplo.
-Estamos metidos todos en el mismo remolino y hay una carencia de legitimidad que ellos detectan perfectamente. Se ve mucho en Secundaria, cuando les empiezas a decir que tal o cual cosa no está bien y ellos enseguida te replican que a ver por qué estás siempre discutiendo con menganito o por qué me dices que hay cosas más importantes que la pasta cuando seguro que si te ofrecen más en otro sitio te irías de aquí. Intentamos enseñarles a los chicos a ser solidarios y generosos, pero luego resulta que somos incapaces de atajar problemas tan elementales como el hambre o las guerras.
-Constata también que la televisión e internet han relegado a los docentes al papel de figurantes en la transmisión de valores educativos.
-Los medios se han convertido en uno de los principales transmisores de valores y han adquirido un protagonismo inédito como agentes socializadores de los chicos. Quería desterrar además el mito de que los videojuegos y la televisión de contenidos violentos son los principales culpables de la violencia juvenil. En contra de lo que piensan muchos padres y educadores, no inducen a la violencia sino que anestesian la sensibilidad ante el horror. Chávez prohibió en Venezuela los videojuegos violentos porque decía que eran los responsables de la violencia juvenil, pero eso es como poner la carreta antes que los bueyes.
-¿Cree que el profesor debería interesarse más en la educación emocional de sus alumnos?
-La experiencia me dice que con mayores habilidades emocionales todo iría mucho mejor. Ejercí de mediador varios años en un centro de Secundaria y cada vez que había una pelea, un conflicto o un robo rápidamente intervenía y juntaba a las partes. Lo primero que descubrí es que en casi todos los conflictos no había habido diálogo previo, es decir, que actúan sin haber hablado antes. En la mediación lo primero que hacemos es enseñarles a que se escuchen respetando el turno: 'a ver, ahora explícalo tú y luego en el otro turno lo haces tú'. Cuando ellos se ponen a hablar, enseguida resuelven el malentendido. '¿Veis cómo ha sido muy fácil? Os ibais a sacar los ojos hace media hora y ahora estáis abrazados, lo único que habéis hecho es hablar y escuchar'. Eso hay que enseñarlo y hay que hacerlo desde muy pequeños: no podemos dar prioridad a que memoricen los ríos de Europa cuando todavía no han aprendido a hablar. Si cuando hay un conflicto van directamente a saco, sin haber hablado antes, es porque tienen una torpeza enorme en habilidades sociales y nadie les ha enseñado a controlar sus impulsos.
-Eso se aprendía antes en la calle o en la familia.
-Las relaciones entre ellos tienen mucho de ficción. El ejemplo más claro está en las redes sociales, donde se produce un intercambio de mensajes que luego nunca salen a la luz cuando están cara a cara. Son chicos que no saben expresar sus emociones, sus sentimientos o sus ideas, y recurren a internet porque piensan que de esa forma se ahorran el aprendizaje. Creen que con las redes sociales ya está todo hecho y no se dan cuenta de que en la vida real hay que dar la cara, aprender a mirar a los ojos al otro y hacerle ver que estás diciendo algo que sientes de verdad.
-¿Cómo debería ser el profesor del siglo XXI?
-Alguien cualificado para trabajar las emociones, sobre todo en situaciones de conflicto real. Hay que llevar a los colegios el aprendizaje de las destrezas emocionales si queremos que los chicos estén preparados. La habilidad social va a ser crucial para sobrevivir en una sociedad cada vez más competitiva y compleja; hay que saber convencer, trabajar en grupo, coordinarse, expresarse, caer bien, tener empatía con el otro, no perder los papeles, ser afectuoso, ser cálido; todo ese conjunto de cosas es fundamental para la vida y debería aprenderse en la escuela, entre otras cosas porque nos ahorraría una conflictividad que empieza a convertirse en una seria amenaza para el sistema educativo.